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Opacos pero honestos

  • El jueves de la semana pasada, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados acordó discutir y votar –ahora sí– mañana martes, en sesión del pleno, la minuta de Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública.

/MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN/

Moisés Sánchez Limón
Moisés Sánchez Limón

En el Congreso de la Unión, el juego de intereses partidistas ha posibilitado tortuguismo legislativo en perjuicio de la dinámica nacional que exige nuevas estructuras legales. Verdad de Perogrullo con alto condimento de demagogia y gatopardismo.

Desde hace casi tres lustros la apuesta de combatir a la corrupción dio pauta a una legislación en materia de transparencia que ha caminado a cuentagotas, cuando desde su concepción en el llamado Grupo Oaxaca el basamento debió haberse tendido en la aspiración que, hasta este momento, se concretará en la Cámara de Diputados, a partir de una minuta que tiene origen en la colegisladora del Senado.

En efecto. El jueves de la semana pasada, la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados acordó discutir y votar –ahora sí– mañana martes, en sesión del pleno, la minuta de Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública.

Pero hay otro tema pendiente, que va de a mano con este asunto de la transparencia. Y es que, antes de concluir el actual periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión, en el Senado debe aprobarse el paquete de leyes secundarias del Sistema Nacional Anticorrupción.

Ayer, el perredista presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano Grijalva, calificó a la reforma en materia de transparencia como “parte de un esfuerzo institucional y ciudadano para debilitar la cultura de la ambigüedad, la corrupción y la cerrazón de todas las instancias que reciben recursos públicos, incluidas las organizaciones sindicales”.

Zambrano ha sido diputado federal en tres legislaturas y dirigente nacional del PRD, y debieron pasar quince años de su carrera política –iniciada en la oposición armada en la década de los setenta– para llegar a esa convicción de la materia toral de esta reforma cuya iniciativa fue dictaminada y aprobada hace más de 20 días en comisiones de la Cámara baja.

Priva, como mal endémico, la amnesia selectiva o la visión aislada y oportunista respecto de temas fundamentales en el combate a la corrupción en los sectores público y privado, pero igual en los partidos políticos y organizaciones sindicales, cuyos líderes salpican el discurso de campaña con el maná que caerá del cielo para llevar al edén partidista y laboral a sus representados. Puro rollo.

Hoy, por supuesto, la mayoría partidista en la Cámara de Diputados habrá de sumar votos y discursos con actos de contrición para invocar a la civilidad política, la honestidad y actos justicieros en aras de transparentar, ahora sí, lo que por décadas han mantenido bajo la llave de la deshonestidad: los dineros que mueven masas, atornillan acuerdos y debilitan voluntades, apisonan hermandades y compadrazgos en el poder cupular.

Dice Zambrano que el siguiente paso es dar curso a la Ley 3 de 3, promovida con más de 634 mil firmas reunidas para hacerla ordenamiento federal; validada por el Instituto Nacional Electoral (INE), el Senado de la República trabaja con ella “para su eventual aprobación en comisiones y posteriormente iniciar de manera formal ante el pleno, el análisis de las leyes reglamentarias del Sistema Nacional Anticorrupción”, ¿será?

Bueno, el presidente camaral advierte que está en juego hacer obligatorio para las y los servidores públicos que transparenten sus declaraciones fiscal, patrimonial y de conflicto de interés, de forma tal que den mayor certeza a los ciudadanos sobre probidad de las y los funcionaros de este país.

Sin embargo, este asunto tiene enorme condimento electoral, tanto que los candidatos que firman y proceden en acatamiento de dicha Ley –que carece de obligatoriedad porque no ha sido sometida a la aprobación del Legislativo—la presumen como el factor para permear en el ánimo del electorado con carácter de honestos y transparentes.

Así, de acuerdo con Zambrano, esa iniciativa debe ser asumida para que sus preceptos sean considerados en el marco del Sistema Nacional de Transparencia y Rendición de Cuentas.

Optimista, asegura que diputados y senadores, se comprometieron a aprobar, en este periodo de sesiones, el paquete total de leyes en materia de transparencia y anticorrupción. Pero sólo hay por delante dos semanas de sesiones.

Y, en la acera del socio electoral, es decir, el PAN, su dirigente nacional, Ricardo Anaya, camina en el discurso por los mismos rumbos electoreros de presentar a Acción Nacional como ejemplo de honestidad y transparencia, tanto que ayer domingo acusó: “Si el PRI-gobierno y el Verde insisten en una reforma anticorrupción superficial y cosmética, no contarán con el Partido Acción Nacional”.

Mediante comunicado de su oficina de prensa, Anaya dice que debe garantizarse la figura de un Fiscal anticorrupción, absolutamente independiente del Presidente de la República, con plenas facultades y con todos los recursos humanos y materiales necesarios para desempeñar su trabajo.

Pero sostiene que el PRI-Gobierno y su aliado el Partido Verde “han demostrado no tener un auténtico interés en la aprobación de las leyes secundarias del Sistema Nacional Anticorrupción, ya sea porque quieren dejar pasar la fecha límite o con iniciativas que son una simulación”.

Y es que la fecha límite para aprobar las leyes secundarias del Sistema Nacional Anticorrupción es el 28 mayo, pero el periodo ordinario de sesiones termina el 30 de abril. ¿Por qué la prisa? Bueno, bueno, si el PRI se toma su tiempo no es por flojera. La estrategia electoral funciona y siempre está el recurso del periodo extraordinario. Y antes del 28 de mayo todo puede ocurrir entre la opacidad y la invocada honestidad de los candidatos. Conste.

LUNES. Ayer, en Cancún, a Manlio Fabio Beltrones le refirieron que se habla de que el PRI se la está jugando con dos candidatos a gobernador de Quintana Roo, es decir, con Mauricio Góngora y con Carlos Joaquín, que hay una doble jugada, incluso de la Presidencia de la República.

“He escuchado muchos chismes como eso, pero a mí no me gustan los chismes y menos los chismosos que lo repiten, de tal suerte que con eso dejamos saldado el asunto”, respondió el dirigente nacional del PRI. ¿En serio no le gustan los chismes? Digo.

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