- El monumento estuvo destinado a ser la puerta de entrada para la feria mundial Exposición Universal de París, que tuvo lugar en la capital francesa de mayo a octubre de 1889 y que conmemoró el primer centenario de la toma de la Bastilla, símbolo del inicio de la revolución francesa
/Pasaporte Informativo/
La torre Eiffel, que ahora se ha convertido en un icono de París cumple 127 años de edad.
Con un diseño de Émile Nouguier y Maurice Koechlin, la torre encontró su realización en manos del ingeniero Gustave Eiffel, de quien tomó su nombre. Su construcción comenzó en enero de 1887, finalizando en marzo de 1889. La inauguración oficial sucedió quince días después de concluidos los trabajos que la erigieron, el día 31 del citado mes. A continuación, damos un repaso histórico de lo que esta magnífica obra de la ingeniería ha aportado al mundo, más allá de lo estético.
El monumento estuvo destinado a ser la puerta de entrada para la feria mundial Exposición Universal de París, que tuvo lugar en la capital francesa de mayo a octubre de 1889 y que conmemoró el primer centenario de la toma de la Bastilla, símbolo del inicio de la revolución francesa. Para su inauguración se pintó con un tono más claro en la parte superior, haciéndose más obscura hacia la parte inferior. Desde 2013 es de color bronce, habiendo cambiado sus tonalidades periódicamente. Para evitar la oxidación del hierro, cada siete años se le aplica una capa de pintura.
Para combinar con la pintura y el tono en turno, desde 1889 la iluminación nocturna ha sido un decorativo más para la torre. Por supuesto, los colores más emblemáticos que la han revestido son el clásico azul, blanco y rojo de la bandera gala. La torre Eiffel se ha unido a campañas de prevención del cáncer de mama, al iluminarse de color rosa durante octubre.
No sólo para París, la Ciudad Luz, la torre Eiffel es una especie de imagotipo; también lo es para toda Francia. La silueta esbozada de la torre se traduce de inmediato con el ambiente de romanticismo vinculado a la capital francesa. Pero no fue automático haber llegado a ese lugar en el imaginario internacional. Al principio de su construcción, un colectivo de artistas parisinos expresaron su descontento de lo que consideraron un armatoste que ensuciaría el panorama de la urbe.