- ¿Queremos tener auténticos intelectuales? mejoremos la educación, la investigación, la creatividad y con valores claros hagamos que el hombre de ideas y letras entienda que nació para el oficio ingrato de dar buenas ideas para que otros, muy frecuentemente los políticos, con sus dones de sano pragmatismo y efectividad, tomen las decisiones pertinentes en los asuntos públicos.
/Por Héctor Pérez Estrada/
Si una tierra es pródiga en educación cultura y valores los intelectuales nacerán en los hogares, en las calles, en la escuela, en el arte, en la política. Sin tierra y sin lluvia no hay cañaverales.
Daniel Cossío Villegas definía al intelectual, en aquellos libros fabulosos que recopilaban sus ensayos y notas, así: es el ser humano inteligente, que investiga, escribe y practica la docencia.
Una definición con la que se puede estar de acuerdo o no pero que sin duda nos acerca a la esencia de alguien que ha sido llamado a servir con el pensamiento.
México es un país que no impulsa la lectura suficientemente por eso “los intelectuales” con los que el gran público tiene contacto están en las redes sociales, en Paulo Coelho con sus libros presuntuosos y sermoniosos y las canciones de Arjona que con símiles irrumpen el mundo mágico y perfecto de las metáforas. Y cualquier merolico puede aspirar a ser intelectual en un mundo de ignorancia.
El intelectual no es el que reconoce el poder aunque tenga amplia cultura e influencia. Tampoco lo es el escritor prolífico que crea best sellers y tiene mucho dinero. No lo es el que es capaz de producir ideas de gran nomenclatura pero solo las participa en un reducido club de letrados. El intelectual no es el que aparece en televisión ofreciendo opiniones cuando las coyunturas políticas ameritan una buena opinión. Mucho menos es un intelectual el que recibe un pago del poder para ofrecer opiniones ad hoc a la ortodoxia del régimen.
La intelectualidad es un don con el que se nace y se cultiva o bien, unos ciertos dones mas o menos interesantes que se acrecientan con el ejercicio y el servicio. He conocido intelectuales que escriben poco pero producen consejos, asesorías, artículos, ideas, visiones…cada vez que la responsabilidad con su país y su comunidad les brinda la ocasión.
También he conocido prolíficos escritores, capaces de escribir hasta veinte cuartillas diarias en una sentada en su escritorio, pero el ser máquinas de prosa escrita no les ofrece la calidad de intelectuales. Ellos pueden ser fabulosos literarios y prosistas pero no intelectuales.
En México hay muchos que escriben. Politólogos, poetas, ensayistas, articulistas, columnistas, periodistas, juristas, académicos… pero su vasta obra puede tener también el toque de la intrascendencia. Nadie los ha leído y en nadie han sembrado actitudes y valores importantes para la vida o para la transición de su país.
Reconocer a los intelectuales, escriban mucho o poco, no es tan difícil. Muchos de ellos pueden ser unos grandes desconocidos en el mundo de las redes y de los medios electrónicos de la comunicación, pero están ahí: donde las ideas sirven, donde crecen corrientes de opinión. Se les reconoce como pertinaces participantes empujando agendas e ideas para los cambios sociales. Escriben su literatura pero también sorprenden con sus ensayos de concreción buscando la solución a problemas que lastiman a las personas. Es una raza aparte que con inteligencia incomodan al poder porque sus ideas son seriamente consideradas por los públicos que las leen.
Hay intelectuales en las ciencias abstractas pero también en las concretas, en la política, en el parlamento, en la universidad, en la investigación, en el arte y la poesía. Esta raza aparte en la humanidad no se vende fácilmente, tienen un compromiso con las letras y las ideas. Son capaces de morirse en la raya por sus convicciones. Tienen una extraña vocación a la persecución y sus ideas amenazan su estadía en cualquier lugar donde se respire el aire de un status quo. Su rebeldía es serena o violenta según su particular temperamento.
También hay fachadas de intelectualidad. Los doctores, los masters, los escritores relacionados con el poder y bufones de la corte, los favorecidos con el presupuesto de los gobiernos…; su falta de productividad ideológica los delata. Se quieren justificar como intelectuales con el cargo.
Faltan intelectuales en los partidos políticos. La izquierda en México cuenta con muchos pero la gran militancia los trata como vacas sagradas y no les hacen caso. En el PRI voltea uno al horizonte y puede uno ver varios amanuenses pero claro claro solo ve uno a Jesús Reyes Heroles y otros poquitos. En el PAN curiosamente desde que murió Carlos Castillo Peraza le falta a los grandes eventos la creatividad de un discurso sin citarlo a él y a Gómez Morín o González Luna.
Los partidos políticos cayeron en el pragmatismo electoral y en la calentura mezquina de los intereses.
¿Queremos tener auténticos intelectuales? mejoremos la educación, la investigación, la creatividad y con valores claros hagamos que el hombre de ideas y letras entienda que nació para el oficio ingrato de dar buenas ideas para que otros, muy frecuentemente los políticos, con sus dones de sano pragmatismo y efectividad, tomen las decisiones pertinentes en los asuntos públicos.
Sin educación y cultura nunca tendremos muchos intelectuales. Con esas herramientas los intelectuales surgirán en cualquier actividad donde la palabra sea la protagonista.
Feliz sábado de gloria y domingo de resurrección.