- Muchos investigadores y parte de la sociedad han buscado la manera de librar al ajolote de la muerte y de su desaparición, la preservación de su hábitat y de la captura clandestina, ya que representa al patrimonio biológico del país y parte de las raíces prehispánicas de México, una especie que a lo largo de su historia ha estado entre la vida y la muerte
/Por Maricarmen Martiñón, Mayra Arellano, Evelin Wolf y Laura Páez/ (Foto de ArchivoMéxico)
Primero se ocultó entre las milpas, se convirtió en una planta de maíz de dos cañas, al ser descubierto corrió y se escondió en un magueyal, donde tomó forma de una doble penca; nuevamente lo encontraron pero logró escapar, esta vez mimetizándose en el agua, donde se convirtió en un pez llamado axólotl, su última metamorfosis. Él era Xólotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl, monstruo a causa de su nacimiento gemelar, ser asociado al movimiento y la vida, que a pesar de sus poderes de transformación no consiguió escapar más y solo quedó el recuerdo de aquel dios prófugo y temeroso a perecer.
Esta leyenda da lugar a uno de los animales más emblemáticos de México: el axolote (o ajolote) del náhuatl axólotl que significa “monstruo del agua”, especie endémica de la zona lacustre de Xochimilco en la Ciudad de México que ha estado en riesgo de extinguirse.
Muchos investigadores y parte de la sociedad han buscado la manera de librar al ajolote de la muerte y de su desaparición, la preservación de su hábitat y de la captura clandestina, ya que representa al patrimonio biológico del país y parte de las raíces prehispánicas de México, una especie que a lo largo de su historia ha estado entre la vida y la muerte.
Mítica anatomía.
Su nombre científico es Ambystoma mexicanum, anfibio de la familia de las salamandras con la capacidad de respirar bajo el agua con sus tres pares de branquias laterales que simulan ramillas de coral, y en tierra con sus pequeños pulmones. Sus patas delanteras poseen cuatro dedillos sin uñas, mientras que sus patas traseras tienen cinco, además de conservar su aleta dorsal de renacuajo.
Litografia de Gabriel Fernandez Ledesma.Litografia de Gabriel Fernandez Ledesma.La coloración del ajolote en la actualidad es muy variada, el color en estado silvestre es gris o negro, mientras que en cautiverio puede ir desde el verde pardo, anaranjado, azul, blanco o el más popular, el albino. Su tamaño en edad madura puede ir de los 15 hasta los 45 centímetros y viven entre siete y veinte años dependiendo de su hábitat. Se alimentan principalmente de peces más pequeños, crustáceos o lombrices y en cautiverio de hígado, grillos o cucarachas. Al ser carnívoros, en ocasiones pueden ser caníbales si no se alimentan adecuadamente.
Para reproducirse necesitan de temperaturas bajas, por ello, entre noviembre y febrero los ajolotes están listos para crear nuevas vidas. Su fecundación se da por un cortejo en el que el macho “danza” para la hembra hasta llamar su atención, cuando lo consigue, el macho comienza a liberar espermatóforos que la hembra recoge con su vulva, para después ovopositar en promedio 1500 huevecillos. Sin embargo, Eduardo Cid Méndez, médico veterinario zootecnista, responsable del servicio veterinario del Laboratorio de Herpetologia-Vivario FES Iztacala perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que en cautiverio la mortandad de estos embriones es alta. “Todos esos 1500 huevecillos comienzan a desarrollarse, pero después de dos meses de vida es cuando se define cuántos serán los sobrevivientes, infelizmente sólo lo son como máximo el 10%”.
Eduardo Cid informó que, de los aproximadamente 150 ajolotes que poseen en el vivario sólo el 1% llega a mutar hasta convertirse en salamandra. “Después de su primer año de vida es el momento en el que deben de evolucionar y desarrollarse en una salamandra, si lo hace fuera de este tiempo, a pesar de transformarse ya no se adaptan, dejan de comer y mueren”
Asegurando su supervivencia
El Biólogo Felipe Correa Sánchez, responsable general del Laboratorio de Herpetologia-Vivario de la FES Iztacala relató que el objetivo principal de tener el criadero de ajolotes es para rescatar a la especie, ya que la urbanización y la calidad del agua en Xochimilco, además de los depredadores como la tilapia y la carpa en estas aguas, han provocado que el ajolote se encuentre entre las especies mexicanas más amenazadas.
“Es mucho trabajo mantener los cuidados pertinentes en el ajolotario, debido a sus necesidades particulares como bajas temperaturas, bacterias en el agua, la alimentación adecuada y además del trato que se les dé, pues pueden morir incluso por estrés, de todo eso depende la sobrevivencia del Ambystoma en cautiverio”, concluyó.
Además de preservar, la FES Iztacala mantiene al ajolote como objeto de estudio para que los alumnos realicen experimentos de regeneración, toxicidad o pruebas de luz ultravioleta y así conocer más sobre esta especie. El vivario está abierto a todo público que se interese en conocer el ajolote y a las más de 80 especies de anfibios y reptiles mexicanos que posee el laboratorio.
Anatomy Ambystoma Mexicanum humboldt zoologie.Anatomy Ambystoma Mexicanum humboldt zoologie.Los xochimilcas también están interesados en rescatarlo, tal es el caso de Manuel Rodríguez, quien posee un criadero de ajolotes cerca del embarcadero de Cuemanco. “Somos el criadero más grande en Xochimilco, tenemos aproximadamente 1500 ajolotes, sólo Ambystomas grises y obsidianas, porque para mí los otros colores ya son cruzas entre hermanos y eso ya no es natural… me dedico a la preservación de la especie hace más de 6 años… yo no tengo una carrera como tal, pero mi conocimiento sobre los ajolotes es muy amplia, por eso me vienen a buscar de varios países para que trabaje con ellos, pero esto lo hago por amor a la naturaleza, no por dinero, el criadero se mantiene de los donativos que las personas dejan cuando nos visitan”.
Manuel Rodríguez aclaró que la finalidad del criadero es rescatar la especie sin fines de lucro y que cualquier tipo de público pueda conocer al ajolote. Por ello cada 21 de marzo realiza una obra teatral llamada “Salvemos al dios Xólot” en la cual recrea la leyenda del ajolote. Sus invitados especiales son niños de primarias y secundarias de la zona conurbada que después de la representación liberan entre 300 y 500 ajolotes.
“Yo les pido que dibujen algo sobre la importancia de cuidar al planeta y al ajolote, y los niños que tengan dibujos con mayor conciencia los premio dándoles un ajolote para que los liberen en el canal, por lo menos en esta parte de Xochimilco el agua no está tan contaminada y pueden sobrevivir, sin embargo, no se ha podido garantizar la restitución total de la especie en su hábitat natural”, concluyó.
Actualmente Manuel planea concretar un convenio con Papalote Museo del niño, al cual donará algunos ejemplares de Ambystoma para la exhibición de la especie como parte del proyecto Xochimilco vivo.
Existen 90 especies mexicanas protegidas por la Ley bajo alguna categoría de riesgo, en la cual el Ambystoma mexicanum desde 1994 está en la categoría P como especie en peligro de extinción. Cabe resaltar que el tráfico ilegal de ejemplares como el ajolote, partes y derivados de flora y fauna silvestres son un delito que se castiga con pena de uno a nueve años de prisión y por el equivalente de trescientos a tres mil días de multa.
El Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC), registrado como Unidad de Manejo Ambiental (UMA) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) desde 1994 realiza la reproducción masiva del ajolote con fines de conservación y liberación en áreas controladas. Como resultado de ese esfuerzo el centro genera entre 3 mil y 5 mil especies cada año.
Esta labor es apoyada por grupos de chinamperos, quienes desean ayudar a restituir el hábitat principal del ajolote. Ernesto García, Chinampero de Xochimilco desde 1972 afirma que Xochimilco ha cambiado radicalmente, “Cuando era chiquito este lugar era otra cosa, me acuerdo que se sacaba el ajolote en grandes cantidades y se podía tomar el agua de los canales sin problema, pero ahora la gente ya no tiene conciencia ni de la importancia del lugar ni de los animales que viven en él, primero porque ya está sobrepoblado y eso genera más basura además de que los que vienen a Xochimilco, en su mayoría jovencitos, no respetan el lugar”
Ernesto externó su entusiasmo sobre el trabajo que realizan en los criaderos de ajolotes, pero también su molestia por aquellas personas que abusan de este animal, “Mientras unos intentar proteger al ajolotito otros lo venden a los que lo quieren de mascota, casi siempre a los blanquitos los compran para eso y ni los cuidan bien y la mayoría de los compradores de ajolotes negros son santeros y brujos que los usan para hacer sus rituales”.
A pesar de que existe la venta legal del ajolote en unidades como el UMA o el Vivario de la FES Iztacala por precios no tan elevados, la venta ilegal de esta especie resulta más atractiva por no representar trámites burocráticos y demorados. Su valor en el mercado negro va de los $300,00 hasta los $4,500 pesos y no solo existe la venta ilegal nacional, también países como España venden por internet especies exóticas como el ajolote, su valor va de los 15 hasta 60 euros.
A partir de 1980, el Ambystoma mexicanum ha sido trasladado por investigadores extranjeros, quienes establecieron colonias de ajolotes en Estados Unidos, Francia, Alemania, entre otros países, con la finalidad de estudiar sus capacidades de regeneración para encontrar la cura a diversos tipos de cáncer, nuevos métodos de trasplante de órganos o recuperación de tejidos nerviosos.
Estas habilidades biológicas fueron explotadas por mucho tiempo en remedios medicinales: ajolote en caldo para mejorar la inmunidad o el famoso jarabe Ajolotius para enfermedades respiratorias, actualmente este medicamento no indica que es sus ingredientes posea al Ambystoma.
Otra de las causas por las cuales el axolote disminuyó considerablemente, fue la elaboración del platillo prehispánico “mextlapique”, del náhuatl michin (pescado) y tlapictli (envuelto en hojas de maíz). Tamal sin masa que llevaba como ingrediente principal a los ajolotes, además de charales, ancas de rana, chile pasilla, nopales, cebolla y condimentos. Actualmente los ajolotes se han sustituido en este platillo por mojarras o carpas.
Todos esos factores hicieron que la cantidad de ajolotes descendiera rápidamente, dejándolo vulnerable, pero la importancia y cuidados que actualmente están teniendo con la especie está dando resultados; en criaderos, laboratorios o canales el ajolote está perdurando.
Entre relatos e historias
La leyenda del ajolote se remonta desde los aztecas y después documentado en manuscritos como Historia general de las cosas de Nueva España (mejor conocido como Códice Florentino) por fray Bernardino de Sahagún, en el cual su Libro XI: De las cosas naturales, ilustra al ajolote. Pero fue solo hasta 1615 que apareció en la literatura científica, dando lugar a numerosas publicaciones sobre la especie.
Uno de los personajes que hizo famoso al ajolote fuera de México fue el alemán Alexander von Humboldt, considerado como el padre de la Geografía Moderna Universal, que impresionado por este animal tomó dos ejemplares como material científico y los llevó a París para que Georges Cuvier, promotor de la anatomía comparada los estudiara.
Después de varios textos científicos, su exótica belleza comenzó a llamar la atención de literatos famosos, que describieron en forma de poemas y versos las características físicas y simbólicas de lo que representa esta especie mexicana.
Julio Cortázar, en su libro Final del juego (1956) un hombre visita el Jardin des Plantes de París todos los días para contemplar a los ajolotes, relata haberlos reconocido como mexicanos al mirar “sus pequeños rostros rosados aztecas, con ojos como cabeza de alfiler y branquias que simulan seis ramillas rosadas”, observaba a los nueve ejemplares con tal fascinación al grado de volverse una obsesión.
En 1958 Octavio Paz escribió La salamandra, en el cual recrea el mito del rey Xólot, el dios que se niega a consumirse. Juan José Arreola en 1959 escribió El ajolote, denominando a esta especie como “la sirenita de los charcos mexicanos… el pequeño lagarto de jalea”.
El antropólogo y sociólogo Roger Bartra escribió en 1987 La jaula de la melancolía, ensayo en el que describe la identidad y metamorfosis del mexicano comparándolo con la evolución del ajolote. En el año 2011 vuelve a retomar el tema en el libro Axolotiada: vida y mito de un anfibio mexicano, en el cual reúne textos históricos e ilustraciones del Ambystoma.
Existen diferentes países maravillados con esta especie mexicana, representándola de diversas maneras. Japón es uno de ellos, pues desde 1985 se interesó por el ajolote albino a tal grado de volverlo la imagen principal del ramen Nissin en aquella época. A finales del 2015 el embajador de Japón, Akira Yamada presentó a Lupita, una botarga ajolote que impulsará el turismo entre Japón y México.
A pesar de aún estar considerado en peligro de extinción, el ajolote continuará cautivando con sus características tan únicas a biólogos, científicos, literatos y turistas nacionales e internacionales, quienes le han dado la importancia y los cuidados para asegurar su supervivencia. Donde el espíritu de Xòlotl seguirá presente entre los criaderos o las aguas de Xochimilco, afirmando esta vez, que no necesita huir más de la muerte mientras tenga el respaldo de gente que proteja su existencia.