*La partidocracia se hizo sentir
Por Luis Repper Jaramillo*
Lo sucedido en el penal estatal de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León, no fue incidental, tampoco fortuito, sino premeditado, provocado, auspiciado por los enemigos políticos de Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, Gobernador “independiente” , para evidenciar que gobernantes “ciudadanos” no tienen cabida en la política partidista de México.
Lamentablemente 49 víctimas (oficiales) no reales y decenas de heridos, fueron la cuota que tuvo que pagar el mandatario, como “noviciado” y advertencia para otros aspirantes sin partido lo piensen dos veces, antes de lanzarse como candidatos, y a quien dirigentes, legisladores, funcionarios, opinadores del PAN, PRD, PRI –los demás partidos no importan- destrozaron, aniquilaron, masacraron señalando con dedo flamígero, como un gobernador incapaz, dormido, tardío, ante la tragedia.
Apelando a la máxima bíblica de “quien esté libre de culpas, arroje la primera piedra” , los críticos del incidente “escupieron al Cielo”, pues olvidan que en sus administraciones federales, locales y estatales tienen mucha cola que les pisen, pero hicieron mutis y sacaron su frustración crucificando al “Bronco”, que de suyo, sí tiene culpa por su arrogancia y prepotencia, que ya pagará a lo largo de los años que le restan a su sexenio.
Diputados y Senadores de las tres fuerzas políticas más representativas se envolvieron en la bandera nacional, se desgarraron la vestiduras, vociferando en contra de Rodríguez Calderón, por –calificaron- “titubeante, lacónica y tardía” reacción del mandatario.
El panista Javier Lozano acusó que no hay una crítica a la figura de los políticos independientes, pero que éstos tampoco crean que son “la salvación de México”. “Y lo que es criminal, dijo, y muy lamentable de esta tragedia, es ver a un gobernador itinerante que pareciera o actúa o se cree todavía en campaña”
Sin embargo, Lozano, no comparó la ineficiencia –guardando toda proporción, desde luego- de la primera fuga de “El Chapo” Guzmán, del Penal de Alta Seguridad de Puente Grande, Jalisco, en el sexenio de su partido (PAN) cuando gobernaba Vicente Fox.
O las corruptelas de los hijos de la Señora Martha Sahagún de Fox, por las casas abandonadas del Infonavit, que bajo conflicto de interés y nepotismo, explotaron la necesidad de vivienda sobrevendiendo esos inmuebles para beneficio propio.
En tanto el Senador del PRD, Miguel Ángel Barbosa, con ligereza y amnesia, propia de los políticos, dijo que no es tiempo de linchamientos políticos, pidió al mandatario local no salir con una “verdad histórica” sobre la riña y consideró que “ésta ha sido la primera gran bronca de El Bronco”.
Pero el señor Barbosa, no mencionó la masacre que aquel 15 de septiembre de 2008, en el Zócalo de Morelia, Michoacán, un ataque “terrorista” a manos de grupos de delincuencia organizada lanzaron granadas y disparos con armas de alto calibre contra la multitud que celebraba “El Grito de Independencia”, con resultado fatal de, al menos 7 personas; 132 heridos, muchos de ellos perdieron piernas o brazos, en la administración perredista de Leonel Godoy Rangel.
Barbosa, desdeñó recordar el caso Ayotzinapa, en donde 43 estudiantes normalistas fueron levantados y más tarde asesinados en la gestión municipal de Iguala, Guerrero, del perredista José Luis Abarca y su esposa.
Pero la intención de estos opinadores, era desacreditar a un mandatario “ciudadano”, pretendiendo lavar sus manos manchadas de indolencia, enviando un mensaje a los mexicanos de que “un funcionario que no pertenezca a un partido político” es ineficiente, malo, incapaz; pero estos judas no sintieron el hilo de sangre –en sentido figurado- que escurría de sus labios.
No he olvidado a los acusadores del PRI, la Senadora Graciela Ortiz González, acusó que Rodríguez Calderón parece más el presidente de un partido independiente -que lo va a postular como candidato en el 2018- que un Gobernador.
Pero la legisladora tricolor por el Estado de Chihuahua, omitió recordar a los mexicanos las masacres que gobiernos de su partido provocaron, infringieron como la del Vado de Aguas Blancas, Guerrero, considerado un crimen de Estado, cometido por la policía estatal en el Municipio de Coyuca de Benítez.
El 28 de junio de 1995, le recuerdo a la Senadora Ortíz González, agentes del agrupamiento motorizado de la policía guerrerense dispararon en contra de un grupo de indígenas de la Organización Campesina Sierra del Sur, que se dirigían a un mitin político para demandar la liberación de Gilberto Romero Vázquez desaparecido un mes antes y nunca más vuelto a ver. El resultado de la agresión fue 17 campesinos muertos y 21 heridos.
El Gobernador de la entidad era el cacique priista Rubén Figueroa Alcocer. Nada se hizo en contra del mandatario, quedando en la vergonzante impunidad.
Correligionarios de los Senadores, en la Cámara Baja (Diputados) se dieron vuelo opinando que “le quedó grande la silla al Bronco. Ha quedado claro que no tiene capacidad para gobernar bien a la gente de Nuevo León y que está distraído en otro tipo de acciones”
Si bien, la confusión propia de un hecho de esta magnitud, por el que se acusa a Rodríguez Calderón, es producto de un mal plan global de desarrollo de la entidad, la ligereza con que las autoridades penitenciarias trataron el orden de una cárcel sobrepoblada y en donde se mezclan miembros de grupos antagónicos como “Los Zeta”, del Cartel del Golfo, de la delincuencia organizada, etc. no excluye la responsabilidad del gobernador nuevoleonés ahora deberá asumir los costos políticos, sociales, administrativos y más que un impacto de esta índole causó en familiares, amigos y conocidos de las víctimas y heridos en el enfrentamiento.
Pero de ahí a ser “crucificado” desde la comodidad de un escaño, una curul, una oficina partidista, no es más que una reacción visceral, mediática, oportunista e irracional, cuando estos mismos legisladores o “Poncios Pilatos” no han creado una Ley que corrija las deficiencias del Sistema Penitenciario nacional y estatal… ¡vamos! ni han tenido la visión de separar a los delincuentes de alta peligrosidad, secuestradores, terroristas, narcotraficantes, criminales, de sus similares del fueron común, y se van por la fácil: “métanlos a la cárcel, para que aprendan a portarse bien”.
No defiendo, porque no es mi papel, a Rodríguez Calderón, él tiene la capacidad suficiente para resolver este problema, lo que critico y pongo en la mesa es la ligereza con la que los políticos acusan, señalan, crucifican a un contrincante sin “ver la viga en el ojo propio y no la paja en el ajeno”.
El mensaje, ya no simulado, sino directo, contra El Bronco y por extensión a cualquier ciudadano que busque una candidatura “independiente” es que no lo dejarán pasar, o le harán la vida insoportable, si no pertenece a la casta divina de un partido político.
Terriblemente esta amarga experiencia en Monterrey (Topo Chico) que enlutó y castigó a familiares de 49 víctimas fatales y decenas de lesionados; esto no importó a los políticos. Le hicieron una masacre a un gobernante ciudadano, con dedicatoria clara: en México la partidocracia seguirá rampante… ¡y ay de aquel que ose enfrentarlos!… Así de cierto.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)