Clarososcursos, más oscuros. Se perdió la calidad de vida
Por Luis Repper Jaramillo*
Se termina 2015, un año lamentable de claroscuros, más oscuros que en los dos anteriores en la Ciudad de México.
Para el mandatario capitalino su objetivo personal, la candidatura al 2018, por donde sea, independiente, por el PRI, pero lejos del PRD, lo ha obsesionado tanto que ha descuidado su obligación con más de 14 millones de ciudadanos a quien con el látigo (figurativo) de las multas y el acoso, ha alejado de su simpatía y respaldo. Ahora con medidas populistas pretende “recuperar”, lo que en 2012 lo llevó al Antigua Palacio del Ayuntamiento, de manera extraordinaria: el respaldo popular.
De año y medio para acá Mancera se ensoberbeció, desde la comodidad de su mullida oficina en 20 de noviembre y Plaza de la Constitución, toma decisiones unilaterales, sin conocer –in situ- las necesidades de la población, argumentando que la metrópoli necesita ponerse a la altura de las grandes capitales del mundo, pero ignora (indiferente) que los ciudadanos demandan más seguridad, paz, tranquilidad, calidad de vida, oportunidades de empleo; que sus obras, obras y obras, han convertido al DF, en un infierno para la movilidad, la sana convivencia y el respeto a los derechos humanos.
Si bien por las calles y avenidas de esta mega ciudad (por su extensión territorial) circulan más de 4.5 millones de vehículos diariamente, también es cierto que sus infernales obras a lo largo y ancho de ella, la han colapsado, deteriorado, convirtiéndola en horas picos y en el resto del día, en un gigantesco embotellamiento, que daña el automóvil, la paciencia y el bolsillo del conductor. Pero esto a él no le interesa, su indiferencia es lastimera.
En aras de su obsesión por “recaudar” dinero para su aspiración presidencial, se sacó de la manga un nuevo Reglamento de Tránsito, que acosa, intimida y sangra a los manejadores, porque su contenido se basa en una Tabla de Valores (sanciones, multas, infracciones, castigos) que hasta por “mirar feo” a un agente de tránsito se multa.
Y para redondear su maquiavélica visión de dañar al automovilista (ha dicho que para su administración las prioridades son: el peatón, el ciclista, el transporte colectivo –Metro, Metrobús, Tren Ligero, microbuses, Vans- motociclistas, camiones concesionados y hasta el último el automovilistas, y así es, pues para dañarnos ha robado un carril en vías primarias como Reforma, Juárez, Mazaryk, y ahora pretende hacerlo en Patriotismo y Avenida Revolución, estrangulando vialidades para obsequiarlas a un número menor de bicicleteros, en detrimento de millones de conductores.
Todos sabemos, cuando menos yo lo considero así, el DF no es una ciudad cualquiera, es todo un país, pues tan sólo sus residentes superan los 10 millones, más 6 millones de flotantes diarios, conforman un conglomerado superior a los 16 millones a los que tiene que ofrecerse seguridad, movilidad, atención, diligencia en servicios, etc. Situación que no se cumple y ha salido de control del Jefe de Gobierno. Para remediarlo acude al castigo, la sanción, la penalidad, económicas desde luego, que dista abismalmente de programas y planeadas, estudios, diseños de especialistas urbanos, en movilidad, antropología social. Sus esbirros sólo lo asesoran por la más fácil: aplicar multas y saturar a la metrópoli con obras viales. No existe un diseño de Ciudad eficiente.
Por desgracia, lo que creíamos superado y sobre todo de un político aparentemente de izquierda, el populismo ahora florece como medida justificadora a una pésima gestión administrativa: dar, regalar, ofrecer, repartir cosas a la “población marginada”, vino a suplir la política social basada en la cultura del esfuerzo. ¿A qué me refiero?, a que al gobierno mancerista le es más fácil obsequiar comida, cobijas, diversión, recreación, etc. acciones altamente mediáticas, que implementar programas de impulso y eficiencia administrativa para motivar a los empresarios, inversionistas, emprendedores, pequeños, medianos y grandes industriales a crear fuentes de empleo, que permitan a los grupos vulnerables, desplazados, o sub trabajadores, obtener una oportunidad que les permita cambiar su calidad de vida.
Pero alimentar a miles de personas en la explanada del Zócalo da imagen periodística y justifica “invertir” millones de pesos, halaga vanidad, cacha simpatías, posiciona en nichos políticos, entonces se va por la fácil, ignorando una realidad contundente e ignominiosa, que mantiene a millones de capitalinos en el filo de la desesperación y del descontento social. ¡Cuidado! atentar contra el bolsillo, el hambre y la inseguridad popular es un riesgo.
Un detonante que aumenta peligrosamente la paciencia del capitalino es su movilidad. Cada día se ven más escenas de agresión, irritación, malestar, entre usuarios, del Metro, Metrobús, micros, paraderos; en las calles bloqueadas por las obras viales. Tan sólo le muestro dos, que miden perfectamente el estado de intolerancia que provoca la saturación e incapacidad del servicio del Metro: fui testigo que en un vagón de la Línea 1, en hora pico, dos mujeres se liaron a golpes porque una impidió la salida, pues era tal el aglomeramiento en la puerta que imposibilitaba circular.
En un movimiento estratégico de quien quedó varada en el vagón, la cogió del cabello y con un golpe certero de puño derecho entre mejilla u oreja, casi la tira al piso, pero quedo en brazos de varios usuarios que la auxiliaron hacia el andén.
La causa: el convoy tardó más de 5 minutos en llegar a la estación, lo que saturó el pasillo de desesperados y encabronados usuarios, al punto de la histeria, por la pésima planeación de frecuencia entre tren y tren, que no debe superar los dos minutos.
Otro ejemplo, éste en la calle. En el cruce de Avenida 100 Metro y Montevideo, que es la salida natural del centro de la ciudad hacía el norte, a Tlalnepantla y Gustavo A Madero, por la construcción de la Línea 6 de Metrobús, la SOBSE del GCDMX, lleva más de 6 meses semi obstruyendo este punto, por donde transitan diariamente miles de autobuses foráneos, tráileres, trolebuses, camiones de carga, automóviles, etc. las obras tienen destrozado el pavimento, sobre todo para cruzar Montevideo, y como en el DF carecemos de cultura vial y del concepto 1×1, observé un rozón laminero entre dos automovilistas que culminó en tremenda pelea a golpes, porque ninguno de los dos cedió el paso.
Escenas como estas, señor Mancera, se dan en toda la ciudad, a causa de la irracional actitud de realizar obras, obras y más obras, todas al mismo tiempo, sin haber realizado un estudio de movilidad por horas, días y alternativas, de quienes habitan la zona o son asiduos usuarios de una vialidad. Sus diseños son al “ay se va”.
Todo parece que en sus Reuniones de Seguridad, de las 8 de la mañana todos los días en su oficina de la Jefatura de Gobierno, ningún sensato de sus colaboradores, lleva una propuesta de parar o reprogramar sus infernales obras. Esto, por si no lo sabe, se ha convertido en un caldo de cultivo de inconformidad, irritación, desesperación popular, que como detallé, estalló en golpes, agresiones y odio contra la autoridad, que está más ocupada en su futuro político, que en administrar con eficiencia y capacidad una ciudad que cada día se pierde. Que dejó de ser humana, vivible, agradable, tranquila, segura, que hoy es más cara, pero infamemente inhabitable.
Este es el lado oscuro de la capital de la república. El claro está muy marcado por el deseo político de Mancera de llegar en 2018 a “la grande”, a costa del deterioro de la calidad de vida de los capitalinos.
Dice el refrán mexicano “no hay peor ciego que el que no quiere ver” y en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento del DF, parece que todos tienen parches en los ojos, pero bien escuchan el clamor y la irritación popular ante el deterioro de su calidad de vida, pero su indiferencia de la realidad, los hace impunes.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)