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La aniquilación de la CNTE, era reclamo popular y obligación del gobierno

 

*El gobierno se tardó 30 años, los daños son irreversibles

Por Luis Repper Jaramillo*

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Luis Repper Jaramillo, autor de la columna "Comentando...tu Ciudad"
Luis Repper Jaramillo, autor de la columna «Comentando…tu Ciudad»

Luego de casi 30 años de impunidad, desobediencia, irresponsabilidad e indiferencia de autoridades federales, estatales y sindicales al parecer –y lo subrayo-, al parecer, el Estado dio el manotazo en la mesa y sometió –al parecer, y lo subrayo- a los mercenarios de la educación, los “maistros” de la Sección 22 de Oaxaca, o sea los monstruos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Y no es labor de Aurelio Nuño, Secretario de Educación Pública, sólo es el medio para actuar, sino del clamor social, popular, el grito de ¡ya basta! de los oaxaqueños de bien y del señalamiento, con dedo flamígero, de los medios de comunicación decentes; sólo ellos pueden abrogarse la autoría de esta determinación para acabar con esta mala raíz que ya ha causado demasiado daño.

En casi tres décadas millones de niños, adolescentes y jóvenes vieron pasar una parte de su vida educativa inmisericordemente perdida y ante ello, autoridades políticas, administrativas, partidistas de manera indiferente y hasta cómplice soportaron, ministraron y solaparon a los líderes, operadores y acarreados maestros de la Coordinadora, quienes cual un virus maligno se extendieron a los Estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Estado de México, DF y otras entidades en donde el abandono y la irresponsabilidad violaron el derecho humano a la educación de los escolares.

Pese, y no lo aplaudo, a que el actual gobierno federal ya actuó, dejó pasar inexplicablemente 3 años, tres ciclos escolares, una parálisis educativa aun sabiendo que el tiempo perdido es irreversible y más en pequeños que inician su etapa escolar.

La detención de varios líderes de la Sección 22, fue muestra clara de que las cosas, con la ley en la mano, pueden resolverse y la muestra está en que la penalidad de los “maistros” sentenciados no provocó reacciones de sus compinches como manifestaciones, paros, colapsos sociales, ante el temor de correr la misma suerte y el descuento de su salario.

La falta de decisión (me refiero a los 3 primeros años de Peña y de Gabino Cué) motivó que la perdida de ciclos escolares y retención de documentos oficiales de los alumnos, afectara la maduración psíquica y formativa de los millones de pequeños referidos.

Pero esto no le importó a las autoridades aludidas, ellas sumidas en sus propios intereses, desdeñaron el presente y futuro inmediato, de al menos 2 generaciones, ante la complacencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que jamás metió las manos para consensuar, para acordar con su disidencia, que por interés nacional, ético, social sus desacuerdos y protestas fueran sin realizar paros y afectaciones a quienes no son responsables de conflictos político/económicos: los alumnos.

La historia juzgará a gobernadores de Oaxaca como Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz, Gabino Cué, a presidentes de la república como Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña (3 años se tardó), a los líderes del SNTE, Elba Esther Gordillo (hoy en la cárcel) y Juan Díaz de la Torre, por su colusión, patrocinio e interés de proteger, mantener (económicamente) a la CNTE, hasta que hoy ante el clamor popular, no le quedó de otra a Peña Nieto y Cué Monteagudo, de actuar y acusar penalmente a algunos líderes de la Sección 22 de Oaxaca.

Pese que a ambas instancias les asistía el derecho de actuar en contra de los mercenarios de la educación, su complaciente colusión hizo estragos contra millones de estudiantes de la entidad, dejaron pasar 3 décadas de irreversible daño educativo.

Esta complaciente actitud de gobernadores y mandatarios federales tiene origen político, los “maistros” de la Coordinadora de la antigua Antequera y sus apéndices de Michoacán, Chiapas, Guerrero, Hidalgo, DF y en donde se encuentren, fueron carne de cañón y votos cautivos para movilizaciones y procesos electorales de priistas, perredistas, panalista, verde ecologistas y de partidos locales, a cambio de dinero, puestos públicos, el control absoluto por décadas, en el caso de Oaxaca, del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), de donde los de la Coordinadora se despacharon con la cuchara grande de los presupuestos multimillonarios federales y locales.

Hoy todos los actores políticos se dan golpes de pecho aduciendo que la extinción de la Coordinadora fue su obra; tal vez tengan razón, pero 30 años después cuando el mal ya está hecho.

Los del PRI, facturan a su favor  la evaluación docente, pero hay que aclarar que esta es una obligación de la SEP y del SNTE para actualizar su estatus profesional; y quien se apunta como héroe de este requisito es Nuño Mayer, pero cuando él llegó a la Secretaría ya se había aplicado –entre enfrentamientos, inconformidades, protestas, etc.- de los mentores la prueba. Se equivoca el ex jefe de la oficina de la presidencia de la república, quien se placea por todo el país erigiéndose en salvador de la educación de México, cuando es sencillamente su obligación aplicar para evaluar la capacidad y actualización de los maestros.

Aquí cabe la frase popular mexicana “después del niño ahogado tapan el pozo”, aplicado al acoso, persecución, detención y reclusión de los líderes –aun no todos- de la CNTE, en Oaxaca, cuando por más de 3 décadas estos insensatos ya dañaron la preparación académica de millones de alumnos en el país.

Nadie, cualquiera que sea el color de su partido, tiene derecho a asumirse triunfador de la aniquilación de la Coordinadora, cuando a lo largo de los años y de dos generaciones de escolapios se perdieron derechos inconculcables de educación básica, siendo complacientes, indiferentes, cómplices de la barbarie de la horda disidente del SNTE.

Pregunto ¿Quien pretende colgarse la medalla de triunfador, qué explicación debe dar a los niños, adolescentes, jóvenes y a sus padres, por la pérdida de los años maravillosos de la época educativa, muchos de los cuales quedaron en el camino de coronar una licenciatura, un título profesional, una maestría? Quiero saber si estos oportunistas podrán mirar a la cara a un padre frustrado, a un hombre que truncó su aspiración académica, por la suspensión de un ciclo escolar, que lo obligó a trabajar para ayudar con el sustento la familiar.

Por eso decía al inicio de esta entrega, no aplaudo la decisión de acabar con la CNTE, era la obligación de ambas instancias de gobierno. Hoy la ciudadanía lo reconoce, pero no lo aplaude, porque aún faltan acciones similares en Michoacán, Guerrero, Chiapas, DF, Hidalgo. Al menos los esbirros de Rubén Núñez Ginés, líder operativo de la Coordinadora en Oaxaca y en el país, han dejado de hacer sus desmanes, han cesado los paros, las manifestaciones multitudinarias, porque ya sintieron el rigor de la ley: el descuento económico por ausentarse de las aulas, la pérdida de la plaza de maestro y hasta la detención con fines de reclusión por su mercenaria actitud.

Ya era hora. Se tardaron casi 30 años, pero el mal está hecho. Esto es irreversible. Era su obligación.

*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)

 

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