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Unción y fiesta en el ritual de los muertos en Janitzio

  • Noche de velada. Con oraciones y alcohol. Para aguantar el frío; casi invernal. Muchos utilizaron la barda del camposanto. Una dura butaca para ver el anfiteatro. La espera fue larga

muertos 1

/Por Francisco J. Siller-Enviado Especial/

JANITZIO, 1  Nov.- La isla pareció cobrar vida ante la muerte. Ya entrada la noche, el olor del cempaxóchitl se hizo más penetrante. Hubo una extraña mezcla de profundas creencias religiosas y una curiosidad casi profana. Apenas si acababan de sonar las 12.

Horas antes se había iniciado el desfile. Miles de personas trastabillaban entre las tumbas.En la obscuridad parecían como fantasmas. Como hormigas iban y venían. Esperaban el momento de las ofrendas a los difuntos.
Era esa la noche de Todos los Santos. Una de las festividades más importantes y arraigadas en los mexicanos.

Noche de velada. Con oraciones y alcohol. Para aguantar el frío; casi invernal. Muchos utilizaron la barda del camposanto. Una dura butaca para ver el anfiteatro. La espera fue larga.
Los lanchones multicolores parecían ir en procesión. Incontablemente cortaban las aguas rumbo a Janitzio. En los embarcaderos de Pátzcuaro fueron largas las filas. De a 260, la ida y vuelta. Apenas la luz murió los lanchones marcaron el rumbo. Como una supercarretera de agua. Los extranjeros se dieron gusto con sus cámaras.
Fue un cuádruple espectáculo. Los botes con turistas, los pescadores con sus mariposas, los bailables autóctonos y las tradicionales ofrendas. Había gente de todo el mundo. También cámaras de todo tipo. Con lentes pequeños y grandes. De fotografía y video. Hasta cine, quizá.

Noche de muertos…

muertos 2Lo primero fue perder el tiempo y cenar. De las seis a las ocho. Enchiladas “michoacanas” con pollo, pozole o un “blanco de Pátzcuaro. Frito o capeado. Da igual. Lo importante era estar ahí. Asistir a la noche de muertos en Janitzio.
Se colocaron ofrendas en las casas. Cualquier lugar es bueno para el culto a los muertos. Las manos indígenas arreglaban con cuidado. La flor amarilla, velas y alimentos. De esos del agrado del difunto. Tambien agua y sal. Para aquel que no tiene quien lo vele.
Ofrendas de amor y respeto. Al difunto y a la muerte. Noche de recuerdos. Y ¿porqué no?, de negocios.
¿Una foto?¡Sí foto…sí click… click… ¡Paga… paga! Uno mete la mano a la bolsa. Una moneda de a diez, dos o tres. Si es billete mejor…
Afuera la endeble mesa hace temblar la pila de buñuelos. De a quince pesitos. El ponche calientito humea. Sólo es con frutas. ¿Quiere piquete? Allá a la vuelta. Dulces cristalizados, juguetes de madera, artículos de lana, guantes y bufandas. P’al frio. Los vendedores ofrecen sus productos. Más adelante un ejército de niños piden para su calaverita.
A las 8 se inició el espectáculo. Frente al embarcadero los pescadores formaron círculos. Llevaban sus mariposas. En la proa de las canoas unas antorchas. Mostraron como se pesca. Los flachazos también iluminaron el lago.

A pagar por ver…

unnamedLuego tuvimos que subir a las canchas. Del básquetbol al “guaracazo”. Entre callejuelas y pronunciados escalones. ¡Veinticino pesos…veinticinco! Por persona. Si quieres ver tienes que pagar. Los Moros y los Viejitos y otras danzas de gran colorido.
Fueron dos horas de música y alegría. Luego de nuevo al embarcadero. Se preparaba otro espectáculo con las mariposas. Hacía frío. El ejercicio de subir y bajar, más bien hacía sudar.
Todo parecía en calma. Eran las 12. Unas cuantas velas iluminaban algunos pocos sepulcros. Había que subir hasta la mitad de la isla. Ir y presenciar el ceremonial de la etnia tarasca. El doblar de las campanas. El conjuro casi mágico del bronce. El roce de los cuerpos vivos que se congregan entre los muertos. Las negras siluetas que van apareciendo piadosas. Los panes y dulces y frutas, la flor de cempasúchitl. De la nada surgen los altares.
Así fue esa noche en Janitzio. Noche de Todos los Santos. De creencias, de costumbres y color. De comer y no dormir. Lástima que no pudimos ir a Tzintzuntzán. O a Juarácuaro, Ihuatzio y Tzurumutaro. Ahí también hay festejos. ¡Quizá el año próximo!

(Informate.com.mx)

 

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