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Somos más / CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA

  • En Guatemala, el desarrollo de las mujeres ha sido como el mito de Sísifo: los avances alcanzados experimentan una amenaza constante de retroceso, tal es la fuerza del sistema de control y poder social, político y económico imperante

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CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA

(Prensa Libre/Guatemala)

Es muy estimulante observar el entusiasmo de mujeres, organizadas o no, en su lucha por conquistar espacios de incidencia ciudadana.

Desde sus trincheras, estrechas y amenazadas por una cultura patriarcal inclemente que ahoga sus aspiraciones, ellas derriban barreras y abren oportunidades de participación para quienes vienen detrás en la incesante búsqueda de la paridad, la inclusión y el respeto por sus derechos.

En Guatemala, el desarrollo de las mujeres ha sido como el mito de Sísifo: los avances alcanzados experimentan una amenaza constante de retroceso, tal es la fuerza del sistema de control y poder social, político y económico imperante.

Sin embargo, los esfuerzos desde las plataformas de acción no cesan y poco a poco se va consolidando una conciencia más clara sobre el importante papel del sector femenino en la vida nacional.

Sin embargo y a pesar de que las mujeres representan la mayoría en número, la atención del Estado hacia este sector es ínfima y revela la escasa importancia que le otorgan las instancias de decisión.

Esto se refleja en un presupuesto de gastos del Estado para programas específicos destinados a los sectores de mujeres y niñez, que no refleja la menor intención de cambiar la situación de marginación.

Todo lo contrario, las partidas para educación y salud, las más importantes en términos de desarrollo social, están entre las más bajas del continente y solo anuncian mayor empobrecimiento para quienes ya viven en la pobreza.

Esta semana, con la idea de “posicionar el liderazgo y fortalecer las alianzas entre mujeres constructoras de paz y sus propuestas para la reforma del Estado” e impulsar la Agenda Global Sobre Mujeres, Paz y Seguridad, ONU Mujeres, en conjunto con otras organizaciones, realizaron durante dos días consecutivos una serie de diálogos entre mujeres constructoras de paz.

Esta iniciativa contó con la participación de lideresas de muy diversos ámbitos, quienes participaron presentando sus análisis y propuestas para las reformas de los poderes político, civil, público y judicial, con miras a alcanzar una mayor participación en aquellos ámbitos de la vida ciudadana a los cuales se les ha restringido el acceso por razones de género, etnia o cualquier otra forma de discriminación.

Tal como lo manifestó la licenciada Gloria Porras, presidenta de la Corte de Constitucionalidad, “si se respetara el mandato constitucional, en Guatemala reinaría la paz”, como también si el Estado respetara los acuerdos, convenios y convenciones internacionales en materia de derechos de la niñez, derechos de la mujer, eliminación de todas las formas de violencia y todo protocolo cuyo propósito sea garantizar la paz y la sana convivencia entre seres humanos, así como entre estos y su ambiente.

El enorme valor de estos espacios de diálogo reside en racionalizar lo irracional, derribando estereotipos cuya persistencia en nuestro imaginario perpetúa un ejercicio violento e improductivo del patriarcado. Es urgente iniciar los cambios desde lo más íntimo de nuestro hogar para compartirlo con la comunidad.

Será nuestro mejor aporte al cambio que todos deseamos y un paso seguro hacia la paz.

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