*El General Secretario Cienfuegos puso los puntos sobre las “íes”
Por Luis Repper Jaramillo*
Yo como millones de mexicanos escuchamos, vimos y creamos nuestra propia visión, interpretación y hasta preocupación por la entrevista que la televisora de Chapultepec 18 le hizo al General Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, charla, que aunque presuma el área de noticieros, no fue obtenida por ellos, sino como se vio la imagen y el contenido de la misma, fue una exigencia del titular de las fuerzas armadas, para precisar, aclarar y fijar su posición sobre el vituperio del que ha sido objeto el Ejército desde hace 15 años, en donde los gobiernos panistas de Fox y Calderón y el priista de Peña Nieto, los sacaron de los cuarteles y los mantienen haciéndola de policías, ante la incapacidad y corrupción de las policías municipales, estatales y federales, en el combate a la delincuencia organizada.
Y digo que llama a la preocupación porque la actitud, imagen y personalidad del comandante de las fuerza armadas es de molestia, rencor, contundencia, y hasta reto, por la postura de la PGR, de Arely Gómez, de responsabilizar a los soldados de las acciones en Tlatlaya e Iguala (43 de Ayotzinapa), pese a que en las declaraciones ministeriales de los detenidos, ninguno responsabilizó a los militares de asesinar ni a unos, ni a otros.
La entrevista seriada en tres partes fue una declaración contundente de “no somos responsables” “no asumimos ninguna culpa” y lo más contundente, “mis soldados no tienen por qué hacerlo y no declararán a instancias extra nacionales, en ninguno de los casos”. Pero además del pronunciamiento en sí, que es duro y tajante, la actitud y postura corporal del General Secretario, es determinante, precisa, definitiva: gesto adusto, palabras claras, puño contumaz sobre las rodillas y sin ningún gesto conciliatorio.
De manera precisa Cienfuegos Zepeda señaló del caso Tlatlaya: “está todo declarado, yo no puedo permitir que a los soldados los traten como criminales o los quieran interrogar para posteriormente hacer sentir que tienen algo que ver y no apoyarlos, esa es mi posición y de ahí creo que no puedo ni debo salirme, porque perdería mucho de lo que soy”
¡Más claro ni el agua!, diría el clásico.
Sobre el tema de los normalistas de Ayotzinapa, el mando castrense puso los puntos sobre las “íes” y a cada quien en su lugar: “el caso de los estudiantes desaparecidos en Iguala, dijo, “lo lamentamos mucho, y lo sentimos como todos”, “pero querer involucrar al Ejército en esto, porque a alguien se le ocurrió, creo que es algo muy grave” “Tengo claro qué es lo que sucedió con nuestra gente”, sobre lo que hizo el 27 Batallón de Iguala, el día en que policías municipales y criminales atacaron, desaparecieron a los normalistas y asesinaron a 6 personas, acusó.
El mando sostuvo que sus militares atendieron, el 26 de septiembre 2014, el accidente de una pipa que se volteó en una carretera federal y regresaron a su cuartel alrededor de las 10:30 de la noche”.
Abundó que en lo que va de su administración ha documentado 100 eventos en los que normalistas tomaron autobuses o camiones con mercancía: “supimos que salieron y qué estaban haciendo y en ninguna intervenimos, ¿por qué aquí deberíamos haber intervenido? que es parte de lo que se señala, primero no teníamos gente, segundo no teníamos por qué haber intervenido, ¿dónde estaba la policía estatal?, la municipal estaban atendiendo el problema”.
¿La PGR, sigue buscando culpables o coludidos, pregunto yo? Ahí está la respuesta, la policía de Ángel Heladio Aguirre Rivero estuvo todo el tiempo siguiendo a los normalistas.
Hasta que la presión de los medios de comunicación, los caricaturistas, las redes sociales, la sociedad presionó a la PGR “esta reacciona” (Arely Gómez), y citará al exgobernador de Guerrero, quien durante un año ha vivido en la impunidad, en el glamour que le da el dinero robado a las arcas del Estado, su íntima relación con las cúpulas partidistas, del gobierno federal y de la propia fiscalía del país.
Pero el asunto no es Aguirre Rivero, por ahora, sino la entrevistas.
Bueno… sigo. Formal, serio, con el peso específico y lo que representa, Salvador Cienfuegos, insisto, puso a cada quien en su lugar. Sostuvo que el ejército está en las calles, no por su gusto, sino porque se lo ha ordenado el Presidente en turno (2 panistas y 1 priista), situación que no nos agrada, asegura, porque “seguimos teniendo un problema grave, crítico, que se dejó crecer por muchos años. Hubo descuidos de gobiernos” Pues “desde hace nueve u ocho años que los militares salieron a las calles para combatir al crimen organizado, con la “guerra contra el narcotráfico” que el ex Presidente Felipe Calderón declaró, se encontró una realidad con problemas muy serios”.
Fue contundente y tomémoslo como es: “hoy no hay avances objetivos y palpables en la reconformación de las policías en México que permitan que el Ejército vuelva a los cuarteles”
“No es que nosotros queramos estar en las calles, no nos sentimos cómodos, no estudiamos para eso. La sociedad nos lo está pidiendo, es nuestra obligación moral y ética atenderla”
El mensaje es claro. En nuestro país no existe policía de los tres niveles de gobierno confiable, son fácilmente comprados por los cárteles, por la extorsión popular, por el signo del dinero, por eso la permanencia de las fuerzas armadas (marina y ejército) en las calles de las zonas y entidades más conflictivas del país.
Y habrá que “leer entre líneas” las declaraciones del General Secretario, el sector armado del país es leal a las instituciones, a la sociedad, no al hombre; a la institucionalidad del Ejecutivo Federal, si éste se equivoca, ambas entidades tienen la obligación de tomar las riendas de la nación para que no se desestabilice, se quebrante el Estado de Derecho, las libertades y las garantías individuales.
Especialmente al ejército se le han etiquetado hechos negativos de la historia de México, que no olvidan: 2 de octubre de 1968, “el halconazo” 10 de junio de 1970, Tlatlaya e Iguala 2014, entre otros y la sociedad los ha juzgado, algunos medios de comunicación acusado y todo esto merma en la fidelidad del uniforme; de ahí la postura y actitud del General Cienfuegos, al enviar un mensaje directo ¡basta!
A esto me refería cuando utilicé la palabra “preocupación”. Algunos políticos y funcionarios del primer círculo peñista están tentando al diablo, con acusaciones “equivocadas”, “verdades históricas” mentirosas, y con actitudes extra nacionales, lo que demuestra que la integración, expedientes, declaraciones, acusaciones, etc. no certeras; en muchos casos inventadas, pagadas otras, pensando –quizá- que los verde olivo, lo dejarían pasar, pero no es así, ya reaccionó el mando y en la entrevista televisiva, ya acentuó las “íes” y puso las cartas sobre la mesa. ¡Ojo! El siguiente paso es de alto riesgoso.
El propio Salvador Cienfuegos lo dijo: cuando se comprueba que soldados del ejército cometieron delitos, han sido enjuiciados militarmente, purgan cárcel e incluso han quitado el fuero castrense y lo aceptamos; pero cuando se inculpa a “mi gente” por defender su vida a costa de terminar con la de los agresores, es válido, ahora los juzgan civilmente, pero no se comprueba fehacientemente el hecho. “No permitiré un castigo que no esté plenamente demostrado; si lo dejo así, perdería mi esencia de militar, por no defender a los míos”.
¿Está claro? Esto pregunto yo. Si la PGR no sustenta perfectamente su acusación sobre los militares acusados, insisto, está tentando al demonio.
No quiere decir que, por ahora, haya enfrentamiento entre ambas instancias (SEDENA/PGR), pero si el proceso no es meticulosamente elaborado y la Corte le da certeza a la fiscalía federal sobre el caso de los 7 militares más detenidos, el General Cienfuegos no se quedará de brazos cruzado.
Hoy por hoy, las cosas en México no están bien, jamás se habían enconado instituciones por malas conformaciones de denuncias o Debido Proceso; algo muy malo está sucediendo en la cúpula del poder y nadie reacciona.
Esta vez se involucró al Ejército, su Comandante ya habló y todo México escuchó.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)