Fue padrino de generación de los beneficiarios de programa «Bécalos», en obras de de teatro, en alfombras rojas, en presentaciones de comediantes detenían shows para hacer notar que «su amigo» «El Piojo» estaba ahí
Lo vi llegar a la cumbre, hace menos de un año era «un dios de barro» que caminaba entre las multitudes con selfies a cuestas, aplaudido en eventos abarrotados, con públicos de pie, contratado por gobiernos para que «hablara, aconsejara» a los jóvenes en pláticas motivacionales muy bien recompensadas.
Fue padrino de generación de los beneficiarios de programa «Bécalos», en obras de de teatro, en alfombras rojas, en presentaciones de comediantes detenían shows para hacer notar que «su amigo» «El Piojo» estaba ahí.
En esos tiempos de gloria nadie lo criticó, nadie lo acusó, ni nadie pedía su renuncia, incluso veían como meras inquietudes de adolescente «normales» las reacciones de su hija ante cualquier crítica, sobretodo en redes sociales, muy a la «gaviotita» tratando de nacos y «tontos» por aquello del español clásico a los que se atrevieran a rosar con el pétalo de una crítica o un ceño la gloria de un grande, de un ídolo, del mesías que el México pambolero necesita para sobrevivir en este valle de lágrimas y fracasos de mediocres que cobran como futbolistas.
Miguel Herrera era una celebridad y como tal era tratado. «El Piojo» gozaba de ese capital, de ese fuero que da la fama y el tiempo aire en radio, televisión, en todos lados, intocable, infranqueable, eterno como la gloria de los comerciales de afores, de refrescos, de galletas, de todo aquello que lo hiciera único e irrepetible.
Había salvado del hoyo a una selección que hubiera perdido millones de no haber llegado al mundial, salvó la máquina que hacer dormir, que hace soñar que del fracaso se puede llegar a la gloria de los triunfos, de los goles y de los penales metidos con árbitro, sin él o a pesar de él.
Les enseñó la gloria, lo corearon y lo candidatearon como uno de los 300 líderes más influyentes, lo elevaron, rezaban por él, rezaron con él, le pedían milagros.
Llegó el 2015 y con él los errores del exceso de «poder del marketing», de la mezcla mortal de pan, circo y política, lo usaron en el mix de famosos que twittearon a favor del Partido Verde, rebasó el límite de figura pública del circo, de la diversión, de la alfombra roja para exponerlo, pensandoo que si vendía seguros podría convencer votantes.
Sus asesores de marketing lo expusieron y fue un fracaso, el primero de la realidad, de la crítica política, de los analistas que no le perdonaron su «visión politica».
Los malos resultados en una de sus tantan tareas, el futbol, «ese que se ganaba creo que con goles», buscar respuestas para el fracaso, el aumento de la presión personal, familiar, lo provocaron y cayó y en su «imperdonable» actuación de intentar agarrarse a golpes lo ha dejado de un día para otro en la horfandad de la renuncia, una pieza más que hoy ya no es útil par nadie, ni para llenar teatros, ni conferencias magistrales, ni inauguraciones de edificios, comerciales, «clínicas de fut», de descubrir talentos, su poder milagroso se fue al mismo lugar que se fue su reputación.
Particularmente me queda la duda de en dónde están esos mismos, esas mismas que tanto lo cuidaban en las conferencias y en estos actos públicos como para rescatarlo de esta crisis, de la que lo pudieron haber sacado antes sin más, ni más, dónde estuvo todo ese ejército que lo promovió, que lo llevó a la cima para que ahora por «un arrebato más» lo arrojaran al precipicio.
O de plano ya había perdido su brillo, como para dejarlo solo para ser consumido por las hordas de redes sociales, de sesudos analistas, expertos que pidieron su cabeza, que querían verlo caer con un particular odio y fundamento que no se ha visto recientemente ante tantos fracasos gubernamentales.
Parece que en materia de seguridad la fuga del Señor ‘Chapo’ no les alcanzó para ver caer al Secretario de Gobernación y se dedicaron a armar la inverosímil historia de la motocicleta y el túnel por donde se fue el Primer Narco del País.
En la economía, el dólar que sube no ha logrado levantar esos aires justicieros para pedir la cabeza de los que están al frente de las políticas económicas y sólo repiten que todo está tan mal a nivel mundial que México antes se ha salvado.
En lo social, la falta de oportunidades, de las reformas que no dan resultados, del aumento de 2 millones de pobres a la cifra que tampoco mueve de sus cargos a secretarios.
Ante la caía de un dios de barro al que incluso piden, exigen que rinda cuentas de cuánto dinero ganó y de cómo se atrevió a generar violencia las vestiduras no alcanzan para razgarse, para quemarlo vivo, para arrojarlo sin cabeza, sin reputación, sin nada.
Qué sigue después de esto, será acaso un mejor país después de que el linchamiento por todos los frentes pudo con un «poderoso» y prepotente director técnico de futbol, esperaremos que co esta «justicia divina» los maestros que nunca han dado clases ahora si cambien y vean el futuro que pasa por las aulas en cada ciclo escolar, que aumenten las inversiones para blindar la economía nacional.
No se habrán equivocado de personaje, de dios caído esos que pedían justicia, que exigían cuentas, que pedían resultados. Confío en que sí, de lo contrario si estoy en un país que le exige más a un ex futbolista que a un gobierno, no me sorprendería que ante tantos erorres de un «proyecto de nación» que prometía cambio de rumbo su partido lo ungiera como líder máximo.
Que muera el dios de barro.