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Zabludovsky, el arte de no ser…

  • Los periodistas que por ganar la noticia de ocho, generar una ola de opinión pública, ubicarse donde hay chayote también pueden perder la perspectiva de su encomiable profesión

/Por Héctor Pérez Estrada/

Héctor Pérez Estrada, abogado, bohemio y autor de la columna "Buzón de Cavilaciones".
Héctor Pérez Estrada, abogado, bohemio y autor de la columna «Buzón de Cavilaciones».

Los abogados pueden creer que la verdad en el oficio es la procesal, los médicos creer que sus éxitos en quirófano son su esencia, los políticos suponer que sus cargos públicos los consagran, los empresarios pueden pensar que la productividad y los rendimientos los ubican como los grandes de la iniciativa privada.

Los periodistas que por ganar la noticia de ocho, generar una ola de opinión pública, ubicarse donde hay chayote también pueden perder la perspectiva de su encomiable profesión.

Bueno…se llega hasta el absurdo de decir que el periodismo y los medios de comunicación fijan la agenda política, solamente porque la política tiene que atender necesariamente ciertos fenómenos de opinión pública. Los asuntos de trascendencia pública, los financieros, las decisiones para el desarrollo, las leyes…nada tienen que ver con el poder de los medios, luego entonces que los medios influyan es una cosa y que fijen la agenda es otra muy distinta. Un poco de humildad vendría bien.

Jacobo Zabludovsky, tantos años al aire y en nuestras casas, creó un vínculo de simpatía con nuestros mayores y también gran credibilidad. Yo tuve un tío, hermano de mi madre, que decía con gran sonrisa: ya viene el noticiero de Jacobo y no me lo voy a perder, se servía su cenita y esperaba a Jacobo, que también presentaba los versos de tacho, algún tango, alguna estrella y el cartón de vic (creo que ese era el nombre del cartonista).

Un hombre muy culto, conocedor de cinco idiomas, con los privilegios que le ofrecieron los Azcárraga, logró ser socio y meterse hasta la cocina con ellos y realizar vínculos con el grupo político del Alemanismo.

Su función entonces es como la de hoy con Joaquín López Dóriga y otros. Entonces encontraron en el priísmo millonario el soporte para su función periodística y en automático el auténtico periodismo valió un sorbete. Zabludovsky usó su tribuna para pegarle a los enemigos políticos del pri de entonces, creció al amparo del pri pero bien camuflageado como periodista que medio criticaba y medio se indignaba con los errores del sistema. Ganó fama y lo espúreo de su labor solo era detectada por los conocedores. No fue benigno con sus compañeros periodistas que no tuvieron la misma suerte. A mi me parecía intolerante..

López Dóriga es otro perrito fino con ropas caritas y collares que le pone su amo. Y ha envuelto en esa jauja a otros periodistas capaces que ante el dinero también se han rendido.

Los verdaderos periodistas, que sí los hay, buscan la noticia con ese instinto del comunicador pero denuncian corruptelas graves, se esmeran en buscar la verdad. Pueden recibir apoyos porque muchas empresas solo subsisten así pero no actúan con entreguismo.

Hoy en día muchos medios de comunicación no subsisten sin los apoyos y la publicidad de los gobiernos. Y se requiere ejercer el periodismo con estrategia y arte para no convertirse en esbirros.

El periodista y el comunicador son un oficio indispensable en las transiciones políticas, prostituirlas al mejor postor o convertirse en políticos en vez de periodistas es un cáncer neurálgico en una vocación maravillosa para construir luz para el camino y bien común.

Zabludovsky creó un mundo de magia como periodista, de nostalgia por el México que éramos entonces. Un cronista y un conocedor de cada calle de la ciudad de México. Un personaje que resultó simpático para muchos pero estará muy lejos de Julio Sherer, de Manuel Buendía, Monsiváis, Pages Llergo o de esos otros que hasta persecución y la vida dieron por su labor como periodistas profesionales.

Para el periodismo seguir la huella del dinero nunca será el camino a la trascendencia y a la verdad cotidiana de los hechos, indispensable para caminar al desarrollo.

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