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*Los R1 víctimas del acoso. Lo saben Mercedes Juan, Athié Gutiérrez, y solapan
Por Luis Repper Jaramillo*
Si usted cree que ya supo, vio o padeció todo lo relacionado con el bullying, pues fíjese que no es así. Regularmente nos enteramos que el compañero de primaria o secundaria más grande o corpulento acosa, agrede verbal y físicamente a sus similares, etc. tema que ha llegado desde la familia, los maestros, los medios de comunicación hasta los legisladores federales y locales, y… ¡no pasa nada!
Esto ha llevado, incluso, a foros, mesas de debate, análisis colectivos, iniciativas de ley y la Ley misma, su regulación y demás conceptos legales para frenar esta deleznable actitud contra “el más débil”. Y cuando se habla de acoso escolar o laboral nos viene a la mente el sufrimiento del pequeño, del obrero u empleado que está limitado de actuar por la superioridad física o escalafonaria del agresor… y todo queda en el pánico y temor de la víctima.
Bueno… este es el panorama generalizado, pero si le cuento que el bullying se da en contra de profesionista, que deben soportar la agresión de su superior para no quedar desempleado o marginado ante las posibilidades de ascender por capacidad y conocimientos, ¿me lo creería? Sé que sí.
Esto se da, nada más y nada menos en los terrenos y responsabilidades de la Secretaria de Salud federal, Mercedes Juan López, que no lo sabe, o si lo sabe lo ignora, no le interesa o es omisa. Pero el “bullying médico” (así lo llamaré en esta entrega), se aplica en el Hospital General de México, de la Secretaría de Salud, en contra de los llamados R1 o Residentes1, que son doctores recién egresados y que están ingresando a la vida profesional para salvar vidas.
El R1, es, regularmente, un joven médico de 24 o 25 años de edad, que contrata el sector salud federal como su equipo especializado, con un salario de insulto, en promedio 10 mil pesos mensuales, menos impuestos y limitadas prestaciones, pues según dicen los galenos administrativos del hospital, “están aprendiendo, y lo harán a base de golpes que da la vida”.
Y no mienten. Este columnista tiene testimonios, documentos, imágenes, experiencias, etc. de varios R1, que durante un año que dura el aprendizaje “in situ”, hasta que llegan los de nueva generación, y éstos ascienden a R2, sufren –es el término esgrimido durante la entrevista- moral, física, ética y humanamente esta transición entre la academia y la profesión en el hospital. ¿Porqué denuncian tratos discriminatorios y humillantes por ser R1?, por la sencilla razón de que “son de nuevo ingreso y tienen que aprender a fuerza del rigor”, denuncian.
Los jóvenes médicos explican –se lo digo Mercedes Juan, ojalá lo entienda y actúe- que de entrada tienen que soportar jornadas laborales de hasta 25 horas diarias de trabajo; no me equivoco, 25 horas, porque no los dejan dormir, descansar o ducharse para recuperar fuerza física e intelectual, después de la extenuante vejación de su derecho humano al trabajo y el descanso.
“Somos y hacemos de todo, desde camillero, recepcionista, trabajador social, doctor, afanador, levantador de datos e historial clínico. Una vez recepcionado el paciente, lo llevamos a la sala de urgencia o a la cama que se le asigna”, nos revela el R1, pese a haber en la recepción del hospital personal responsable de cada trámite.
Un caso alarmante, es el reseñado por “N” –omito su nombre por obvias razones- que en un “mes de suplicio” hubo de soportar 21 días sin salir del Hospital General de México, haciendo la guardia, recorridos y visitas a pacientes reales. Ininterrumpidamente durante esas tres semanas, dormitó por ahí en un rincón en el cuarto de servicio, escondiéndose de su jefe superior o del R2, para no ser castigado. En esos interminables días, acusa, sólo pedía por teléfono a mis padres me trajeran mudas de ropa para cambiarme”.
Además de esta inmoralidad, de la que tiene conocimiento el Director General del Hospital, Dr. César Athié Gutiérrez, pero lo tolera y solapa, a los R1, los obligan a la “Picha”, de su raquítimo ingreso (5500 pesos a la quincena), pagan a “sus superiores” el desayuno, la comida o cena, encargada o fuera del hospital. Esto lo sabe Athié Gutiérrez, pero se justifica diciendo “no puedo hacer nada, porque es una tradición del hospital contra los R1”. ¡¡Vaya cinismo e inmoralidad!!
Este “señor director” tiene su operador, el verdugo o capataz, más que médico capacitador, un tal Dr. Santino Figueroa Ángeles, quien en la reunión de inducción a los médicos recién llegados los instruye de que serán tratados con fuerza y severidad, porque al hospital llegan para aprender.
Este sujeto, más que doctor, es el brazo armado de su jefe, Athié Gutiérrez, que intimida, agrede –verbal y psicológicamente- a los R1, bajo la consigna de hacer el trabajo de todos y pagar “derecho de piso” en el más amplio sentido de la expresión, pagan el almuerzo, la comida, la cena, el break, las guardias, etc.
El medicucho, Figueroa Ángeles, en la charla de inducción se queja de que él padeció lo mismo cuando fue R1 y ahora ellos tienen que sufrir la misma suerte. Es tan vil, que a los jóvenes médicos, en toda la extensión de la palabra “acoso laboral”, bullying, agresión, insultos los llama “marranos”, “son ustedes eso, los señala con dedo flamígero, vienen aquí no de vacaciones sino a trabajar duro”.
Prepotentemente les advierte que una eventual denuncia contra su Jefe o él, ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos o el Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación, (CONAPRED), no les asusta, ni intranquiliza, pues muchos “marranos” se han quejado y nunca pasa nada, (¿ya lo anotó señora Secretaria de Salud, Mercedes Juan?), por lo que es inútil acudir a esas instancias, pues el muy torpe dice que “este es un asunto interno del Hospital General de México (SSF), por lo que ambas dependencias no pueden intervenir en el asunto” (sic).
Este inmundo doctorsucho, ¡imagínese! Es egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM, es cirujano plástico reconstructivo, además lleva su frustración o “poder intocable” a otras instituciones del Sector Salud como el ISSSTE, el IMSS, los Hospitales Xoco, del Gobierno del Distrito Federal, e Infantil de México; además ostenta el grado de Maestría en Administración de Hospitales. Pues con todos estos logros académicos y curriculares, Figueroa Ángeles, no deja de ser un patán que se aprovecha de sus colegas menores para acosarlos impunemente.
Este acoso laboral, insisto, se da sobremanera, acusan los R1, en el área de cirugía. Para ejemplificar lo dicho, retomo parte de un informe que emitió la CNDH, sobre la situación que viven R1 y residentes de otros niveles en el Hospital General de México, ¡¡Ojo Mercedes Juan López!! Cito textual:
“Sin embargo, los maltratos no se limitan a las mujeres ni a una sola especialidad. Así lo demuestra el caso de un médico que prefirió identificarse únicamente como el doctor Hernández, quien abandonó la residencia en cirugía general en el Hospital General de México, debido a las agresiones y la explotación laboral en dicho sitio.
En cuanto entras, los residentes de niveles superiores empiezan a cuestionar tu capacidad, te hacen preguntas de temas que no conoces para hacerte dudar, burlarse de ti y humillarte, incluso frente a los pacientes”, acusa.
La situación límite para Hernández fue cuando sus colegas lo despertaron a patadas un día en que el cansancio extremo lo llevó a buscar un quirófano vacío para tirarse al piso a dormir. A diferencia de otros compañeros, tuvo la suerte de poder cambiarse a un hospital donde no existían ese tipo de abusos y terminó su residencia. (Fin de la cita).
Seguramente los familiares de pacientes que a diario los visitan no se imaginan que un R1, que en sus manos está la vida o salud de su enfermo, lleva quizá 24 horas sin dormir, sin descansar, confundido o abrumado, por la fatiga mental, por explotación, literal, de sus jefes o R2, que puede confundir, no sólo un diagnóstico, sino una medicina que dañe irreversiblemente a la persona, pero es realidad, lo confirma en su informe la CNDH. Pero ni Mercedes Juan, Athié Gutiérrez, y el mismo troglodita Figueroa Ángeles hacen nada para eliminar el “acoso médico”, en contra de quienes tienen la noble profesión de salvar vidas, pues sostienen que la Comisión Nacional de Derechos Humanos o el Conapred, no les hacen nada.
Aquí está el llamado. Todo lo anterior pasa en el Hospital General de México de la Secretaría de Salud, de Mercedes Juan López, pero como siempre digo, “en México pasa todo y no pasa nada”. Los R1 son tan dignos, creo que más, que los Athié, Figueroa, R2 e incluso que Juan López, y por necesidad económica y profesional tienen que soportar el “bullying médico”.
¿Alguien en este país o del gobierno priista federal, hará algo por estos profesionales de la salud?… Seguiré en contacto con mis “fuentes” y seguiré denunciando esta violación a los derechos humanos y profesionales de los R1, en el HGM, de la SSF, si no se corrige.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)