»La reconciliación supone el perdón pero el perdón no necesariamente supone la reconciliación» (Talleres del perdón en Colombia)
/Héctor Pérez Estrada/
México es un país donde una buena parte de la clase política vive causando daño a los gobernados. El Gobierno Federal hoy no merece ni siquiera aquel calificativo de un libro de Octavio Paz titulado El Ogro Filantrópico, son sencillamente una masa hedionda »Un Ogro». Lo filantrópico se quedó en la conciencia de aquellos hipócritas del echeverrismo y el salinismo que por lo menos compartían miserías con el pueblo.
Los juniors de hoy son absolutamente insensibles a lo que sienten los mexicanos. Exhiben lo corriente de su espíritu, muy trajeaditos y oliendo a Pierre Cardín. ¡No tienen madre!
Los Gobernados apelan a organismos o a representantes que velen por sus intereses frente al poder y encuentran a un congreso federal donde muchos diputados y proyectos en marcha llevan el toque de la corrupción. ¿Casos concretos? Búsquelos en Google y los encontrará por montones. Si se trata de elecciones el ciudadano frente a los políticos tiene a un INE y una ley electoral que permite la postulación de candidaturas en la persona de delincuentes. Bonito árbol para arrimarse.
Los Gobernados frente a las políticas fiscales que los hacen quebrar descubren que esos defensores fiscales del Estado son asesores de grandes paraestatales donde reciben sueldotes por debajo del agua y son socios y favorecen además el proteccionismo.
La insulsa corrupción está por todos lados y el Presidentito chiquito que tenemos puso el ejemplo nacional.
¿Qué les queda a los ciudadanos sino rabiar en las redes sociales y provocar el efecto colateral, muchos de ellos, de fregar al prójimo para sobrevivir ellos!!?
TODO ESTO ES POLÍTICA…la pregunta es: ¿El perdón con toda su magnificencia es para perdonar a todos estos hijos de la tiznada?
Si el perdón no opera tenemos a una sociedad violentada y enferma, pero en la política el perdón va acompañado con la aplicación de la ley con todas sus consecuencias. El corrupto, el que se enriquece inexplicablemente, el que actúa contra los intereses de México, sean de cualquier partido que sean, merece el gran peso de la ley, ser castigados, y ello no quiere decir que no sean perdonados.
Pero el perdón, ni siquiera creo que es en función de su dignidad de seres humanos sino como medida preventiva a favor de la comunidad, porque el perdón nos libera de pasiones enfermizas que colapsan a una sociedad. Guardadas las proporciones es como esto: en una cárcel la confesión que realiza un sacerdote evita, hasta cierto punto, los motines de los reos. La pena de muerte que proponía Santo Tomás no estaba en función de una venganza privada sino de privilegiar el interés colectivo sobre el privado, es decir, matar al malhechor para proteger a la sociedad. El espíritu del perdón es pues colectivo y la sociedad sana aunque no sane el que cometió la afrenta.
En la política una sociedad que perdona, no que se hace de la vista gorda para castigar a los malos, ya que no es lo mismo, logra una reconciliación. Castigar a los malos ayuda a la reconciliación para no guardar sentimientos de venganza.
Colombia y otros países como Venezuela donde la violencia ha estado muy presente han buscado a través de la Iglesia Católica la reconciliación de las comunidades. Hay quien se dedica a reconciliar a la sociedad a través de un perdón bien entendido.
Me permito una comparación. La muerte de Cristo y la reconciliación del hombre con Dios no deja fuera ni al liberal Pilatos, ni al cruel Herodes ni a los obcecados y soberbios judíos, ni al traidor Judas…pero tampoco los exime de la responsabilidad que tuvieron que enfrentar en su conciencia.
Buscar el perdón y la reconciliación en la sociedad es una de las más altas y extraordinarias actividades igualmente políticas, eso creo.